Pasadas las 13 horas comenzaba la Función Principal de Instituto celebrada, como así lo ordenan los Estatutos, el V Domingo de Cuaresma denominado popularmente como "de Pasión", festividad de nuestro Titular. Las naves de los Mártires, repletas de fieles, asistían a la procesión de entrada. Acólitos turiferario, ceroferarios, crucífero y evangeliario, antecedían a nuestro hermano, el Rvdo. Antonio E. Madueño, quien presidía la Eucaristía. Actuaba como maestro de ceremonias el director espiritual, Rvdo. Federico Cortés. Solemnizaba el culto musicalmente hablando, la Coral de Santa María de la Victoria.
Siguiendo las palabras del predicador, "la Archicofradía ha facilitado, una Cuaresma más, el encuentro con el Señor, con el Dios con nosotros" a través de estos cultos anuales. Y nosotros estamos obligados, como hijos que somos de Él, a estar unidos y a vivir en nuestro interior "su espíritu y su fuerza que nos renueva y nos transforma". Argumentaba el celebrante que "nadie podrá cambiar por sí mismo, porque topamos con las debilidades y el pecado. ¿Quién va a liberarnos? La respuesta es sencilla: Jesús resucitado". Su conocimiento, "contacto, la amistad profunda, el seguimiento, es comienzo de vida". También argumentaba que "no escuchar la voz de Jesús debilita su presencia vivificadora", pues precisamente "por el pecado entró la muerte en el mundo; por el amor de Dios, llegará la vida".
Es fundamental para ello "contemplarlo, mirarlo, dejar que la semilla de vida germine en nuestro ser y corazón". Por eso, cuando salgamos el Lunes Santo a la calle, debemos "invitar a todos cuantos nos encontremos a hacer lo mismo que nosotros y proclamad que Jesús está vivo". Es necesario que en esta "sociedad que destierra a Dios, entristecida porque no tiene esperanza de vida, nuestro testimonio callado suponga un soplo de aire fresco ligado al dador de la vida, Jesús". Así, la Estación de Penitencia no será solo un rito, convencidos de que "Pasión en la calle es el Evangelio vivo" y que a través de la imagen del Señor, con la ayuda de los hermanos, podremos llegar a "cambiar el corazón de cuantos nos contemplan".
Tras profesar públicamente nuestra fe y comulgar el Cuerpo del Señor, la Eucaristía tocaba a su fin. En la acción de gracias, el Secretario de la Corporación leía el acta de la Junta de Gobierno en el que se acordaba imponer la medalla conmemorativa de los 50 años de pertenencia a la Archicofradía a cuatro hermanos: José Antonio Ruiz Rando, Juan José Jiménez Carrión, Adolfo Giménez Carrión y Salvador Guillén Más, procediéndose seguidamente a la entrega de dicho distintivo.
Antes de la bendición final nos trasladábamos hasta la Capilla Sacramental y previo al rezo de la Salve Regina, se procedía a imponer el escudo de oro de Pasión a nuestro hermano Guillermo Estivil Laureiro, en prueba de su trabajo a favor de la misma. Con el besapiés al Señor, acababa litúrgicamente otro Domingo de Pasión más vivido intensamente al amparo de su portentosa Imagen.
En el tradicional almuerzo de hermandad celebrado posteriormente en el Palacio de Crópani, se imponía el escudo de oro de la Archicofradía a nuestro Juan José Torres, vestidor de la Santísima Virgen, en reconocimiento a la labor que viene desarrollando en los últimos diez años. Así mismo se hacía entrega del tradicional distinción del "Cofrade Ejemplar" a favor de nuestro hermano Enrique Antúnez Ruiz, vocal de Caridad. Finalmente, el Hermano Mayor, Antonio M. Sánchez, agradecía a todos una vez más el trabajo desarrollado y especialmente a los miembros de su Junta de Gobierno, cuyo mandato acaba el mes de junio. Con el acostumbrado brindis "por Pasión, siempre por Pasión", se daba por acabado esta segunda parte del Domingo de Pasión.
