domingo, 14 de septiembre de 2014

CRÓNICA - MARÍA, "DIGNIDAD DE MUJER Y MADRE"

En el mediodía de hoy domingo, hemos celebrado el 3º día del Triduo a María Santísima del Amor Doloroso. El calendario litúrgico nos marcaba vivir la festividad de la Exaltación de la cruz y, con dicho motivo, el predicador nos instaba a recrear el momento en el que la estaba la Virgen en el Gólgota en el terrible momento de la muerte de su hijo. Ella, "de pie ante la cruz, no hundida pero sí doliente, presa de un dolor sobrehumano, supremo, se unía completamente unida al sacrificio redentor de Cristo". Esa escena marca "el nacimiento de la Iglesia", que surge de "la fe y el corazón de la Madre, desde su pecho traspasado, al compás de su Amor Doloroso".

Esa es la dignidad que celebra hoy la Iglesia, "aquella que encierra la razón de nuestro vivir y la redención del género humano asociado para siempre a la propia María". De hecho es la propia "cruz de Jesús la que viene a dar razón de tanto dolor, confusión y muerte", la misma a la que se refiere el papa Francisco cuando trata de explicar "la respuesta de Dios ante la adversidad, la soledad o la tragedia" que vive continuamente la humanidad. Ni siquiera "nosotros mismos somos capaces de aguantar la cruz, se nos vuelve insoportable" aunque sí parece "relativamente fácil llevarla colgada al cuello o en una medalla con la imagen de Cristo o de la Virgen". Sin embargo, "no hay vida sin cruz y exaltar la del Divino Redentor explica muchas nuestras lágrimas, debilidades, fragilidades, mentiras, máscaras...". De ahí que pueda afirmarse que "la sombra de la cruz no es siniestra, sino que cobija la misericordia de Dios, encaja en el engranaje de la insignificancia humana".

Con estos pensamientos y "ante el tiempo nuevo que nos toca vivir", recordaba fray Jesús Miguel, el cofrade de Pasión tiene ante sí "la misión de ser testigo vivo del Evangelio y ha de hacer presente su luz de manera transparente y creíble como reflejo de la energía de la caridad". Para ello "hacen falta hombres y mujeres que muestren su pasión por Jesús y por su Madre, por la Iglesia (con sus aciertos y errores), por extender el Reino". En definitiva, "cofrades que huelan a Evangelio y no a incienso, que sean capaces de transmitir el suave olor a Cristo, que no es otro que el de la caridad, la justicia y la verdad".

CRÓNICA - MARÍA, "MUJER QUE ESCUCHA LA PALABRA"

En la plática de ayer sábado, segundo día del Triduo a nuestra Madre del Amor Doloroso, el predicador nos hablaba sobre la obligación de escuchar a Dios poniendo como ejemplo la actitud presta de María ante las decisiones del Padre. Y ello no es nuevo, pues "desde el inicio de los tiempos Dios nos está hablando". Al igual que dijo "hágase la vida", la Virgen le dice a Dios "hágase en mí según tu palabra". El "Fiat" de la Madre del Amor Doloroso "no es un momento, sino una vida entregada que escucha y obedece lo que dice el Padre". Nosotros, hoy, "no escuchamos la Palabra" y "hemos preferido quitar a Dios de nuestras vidas, de nuestras actividades cotidianas, de nuestros trabajos, de nuestras escuelas, de todo".

Por ello, quien no escucha "se transforma en un ser confundido sin saber lo que quiere Dios de nosotros". Si lo eliminamos a Él, "no hay persona", porque "para serlo tenemos que escucharlo y comprender qué quiere de nosotros aquí y ahora". Dios es un grito para la vida y "en María, mujer del sí a Dios, la voluntad del Padre se transforma de tal manera que ese amor de Dios le llegará a traspasar de Dolor, a su Amor Doloroso". De ahí que María "escuche y acepte la voluntad de Dios con humildad, sin hacer alarde de nada, al igual que hizo Jesús, como nos recuerda la carta de san Pablo a los Filipenses".

Partiendo de estas reflexiones y como punto final, fray Jesús Miguel nos invitaba a ser "como María y su hijo, para que sepamos escuchar a Dios y aceptemos su voluntad".