viernes, 13 de septiembre de 2013

AYER COMENZÓ EL TRIDUO A NUESTRA MADRE


"Stabat Mater dolorosa iuxtam crucem lacrimosa". El comienzo de la secuencia del conocido himno gregoriano atribuido al Papa Inocencio III y al franciscano Jacopone da Todi sirven de referencia litúrgica para el Triduo que desde ayer jueves y hasta mañana sábado celebramos en honor de nuestra Madre del Amor Doloroso. Ella preside la Capilla Sacramental, al pie de la cruz, verificando el misterio de la participación de la Virgen, Madre dolorosa, en la Pasión y Muerte de su Hijo. Dieciséis cirios blancos la escoltan, exornando su presencia dos piñas de claveles y un centro de nardos.

La contemplación de la más pura flor de Los Mártires ha de hacernos meditar sobre el sufrimiento de María ante los tormentos sufridos por su hijo Jesús. Y a ello se refirió en la tarde de ayer el predicador de los cultos, el sacerdote benedictino Rafael Palacios, cuando nos recordaba la importancia y trascendencia que una cofradía tiene en pleno siglo XXI. Entre otras cuestiones, definió a la hermandad "como el brazo ejecutor de Cristo", en cuanto mediación entre quienes más sufren y el Padre, animándonos a continuar la senda de auxilio asistencial con los más desfavorecidos y a actuar siempre a la luz del Evangelio.

Ayer, primer día del Triduo y festividad del Dulce Nombre de María, fueron presentados ante la Virgen diez nuevos cofrades, hermanos y hermanas de Pasión desde su nacimiento. A Ella confiamos sus vidas y su crecimiento, al tiempo que pedíamos también por sus padres y madres, para que sean verdaderamente la guía y el apoyo constante en sus vidas.