lunes, 6 de mayo de 2013

EL PAPA DEMANDA A LA HERMANDADES AUTENTICIDAD EVANGÉLICA, ECLESIALIDAD Y ARDOR MISIONERO



En la mañana de ayer, VI domingo de Pascua, Su Santidad el Papa Francisco presidía una multitudinaria Eucaristía en la plaza de San Pedro del Vaticano con la que se ponía fin a la peregrinación que las Hermandades y Cofradías del orbe católico han realizado a Roma con ocasión del Año de la Fe. En su homilía, el Pontífice aprovechaba para agradecer a las Corporaciones asistentes el importante testimonio de su trabajo y su numerosa presencia, visible a través de sus estandartes e insignias, en representación de todas las que están radicadas en el mundo.

En el núcleo de su homilía quiso aprovechar para resaltar la importancia de tres características propias que, a su juicio, deben potenciar las Hermandades. La primera, la ‘evangelicidad’; la riqueza de manifestaciones de la piedad popular, un movimiento definido por los Obispos latinoamericanos como un “espacio de encuentro con Jesucristo”, es motivo suficiente para que las Hermandades acudan siempre a Cristo, “fuente inagotable”. Al tiempo han de reforzar su fe, cuidando de igual modo otros aspectos como la formación espiritual, la oración personal y comunitaria así como la liturgia.

Igualmente quiso destacar Francisco otro elemento que distingue a las Corporaciones, la “eclesialidad”. La piedad popular es una senda que lleva a lo esencial si se vive en la Iglesia, en comunión con sus Pastores. De ahí la necesidad de convertir la Cofradía en una presencia activa dentro de la comunidad diocesana y parroquial, pues son un “pulmón de fe y de vida cristiana” mediante el que se expresa la riqueza de experiencias de la Iglesia.

El tercer valor que el Papa puso de realce fue la “misionariedad”. Las Hermandades tienen una misión específica: mantener viva la relación entre la fe y las culturas de los pueblos a los que pertenecen. Por eso es necesario seguir a Cristo en el camino concreto de la vida, para que Él nos transforme. Por ello las Cofradías son “puentes”, senderos que llevan al Señor y que permiten caminar con Él.

En resumen, Francisco pidió a las Hermandades que potencien tres valores propios: autenticidad evangélica, eclesialidad y ardor misionero. El motivo es bien sencillo. La vida cristiana es un testimonio luminoso de la misericordia y del amor de Cristo; de ahí que las Cofradías han de formar parte intrínseca de ese peregrinar que conducirá al cristiano a la Jerusalén celestial. Que así sea.