viernes, 26 de octubre de 2012

EL ROSARIO DE LA FE



Tercer Domingo de octubre, fecha señalada en el calendario del cofrade de Pasión desde 1975, no sólo porque así lo recojan las Reglas de la Archicofradía, sino porque acompañamos a nuestra Bendita Madre del Amor Doloroso en devoto Rosario de la Aurora.


Sin despuntar aún los primeros rayos del alba, el cortejo partía del templo parroquial de los Santos Mártires Ciriaco y Paula iniciando su peregrinar por las calles de la feligresía. Sentimientos a flor de piel, imagen irrepetible de la Reina de nuestras vidas, participación en este primer culto del recientemente inaugurado "Año de la Fe". El recogimiento de los casi dos centenares de hermanos que acompañan a nuestra Bendita Madre se alterna con el rezo de los Misterios del Santo Rosario y los sones por campanilleros de los "auroros" de la Camerata Ipagro, de Aguilar de la Frontera.


En el entorno de Pozos Dulces, corazón del Centro Histórico, la comitiva es recibida por la Junta de Gobierno de la Hermandad de las Penas, en cuya sede participamos en comunidad de la tradicional Eucaristía Estacional. Tras la celebración de la misma, Pasión agradece sinceramente a la Corporación hermana su cariño y generosidad con un cuadro conmemorativo de tan histórica visita al Oratorio de Santa María Reina; agradecimiento éste correspondido igualmente por el Hermano Mayor de las Penas con un cuadro de su Titular mariana.


Terminada la estación, el cortejo inicia entonces el regreso a su sede canónica. A la entrada, los sones de la marcha "Virgen del Amor Doloroso" interpretada por las cuerdas de la Camerata sirven de melodía para que las andas de la Sagrada Imagen sean depositadas en la Capilla Sacramental.


Tras el canto del Salve Madre finalizaba este culto tan nuestro que celebramos en su honor, pensando no sólo en la próxima edición del Rosario de la Aurora, sino en la siguiente ocasión de acompañarla: en la Sabatina, en el rezo comunitario de los terceros miércoles de mes, en cualquier momento que te acerques a Los Mártires o con la oración que le dedicamos cada día. Una fe arraiga en Cristo y confiada en la Virgen.